Nuevamente nos pusimos en ruta, esta vez hacia Zimbabwe. Fue la frontera más sencilla y rápida de atravesar. Este país y Zambia formaban la ex colonia inglesa de Rhodesia; toda esta zona de Africa Austral, excepto Mozambique, habla inglés. Zimbabwe está gobernada hace más de 30 años por Mugabe y la economía es un desastre que está tratando de ser controlada. En el 2008 se emitieron los billetes de 1.000 millones de dólares zimbabuenses, que equivalían a US$1; en la actualidad la moneda oficial es el US$ o el rand sudafricano.
Nada más atravesar la frontera está el parque Mosi-oa-Tunya, entramos para ver las vistas de las cataratas Victoria desde Zimbabwe, hermosas y salvajes.
La gente de este país es muy amable y las carreteras están bien señalizadas, aunque demasiado resguardadas, cada vez que nos aproximábamos a un poblado, teníamos un piquete de policía que hacía el control.
De camino al parque Hwange atravesamos la ciudad de Bulawayo, nos dio muy buena impresión, edificios antiguos pero imponentes, es la segunda ciudad más grande del país y tiene 1 millón de habitantes.
El Sikumi Tree Lodge está dentro del parque Hwange. Cuando llegamos nos estaban esperando con un welcome drink y tenían listo el safari de la tarde, así que dejamos el equipaje en nuestras casitas del árbol, tomamos un refrigerio ligero y subimos a las camioneta para dirigirnos a un enorme valle donde hay muchos animales. Las jirafas fueron las primeras en ser vistas, luego vimos elefantes bañándose en unas charcas de lodo, chacales, wildbeast, impalas y monos que habían tomado por casa unas torres de alta tensión.
Paramos para descansar y tomar unas bebidas en una zona en la que había antílopes y cebras, allí comenzó a atardecer y hacer frío y llover, pero el safari proporciona casacas para la lluvia y mantas; lo han pensado todo para que el turista esté totalmente complacido.
De vuelta y casi de noche prendieron las linternas de potencia alumbrando el camino con la ilusión de ver a los felinos y de ser posible ver la esperada escena de caza. Lamentablemente no ocurrió, pero sí pudimos observar más elefantes, impalas y chacales.
Por la noche, en el hotel, la oscuridad predomina, el camino hacia las habitaciones tiene iluminación solar, el restaurante tiene luz de velas y mecheros y a los huéspedes les proporcionan linternas, diferente y encantador.
Esta es una zona donde los animales se sienten protegidos, tanto que, por la noche cuando nos dirigíamos al restaurante, un ruido nos llamó la atención, iluminamos y se trataba de un elefante que estaba cerca de nuestro carro, como éste habían otros impalas y no sabemos qué otro animal estaría rondando.
La cena fue estupenda y el descanso, en las casas del árbol, mejor. Al día siguiente, Héctor se levantó pronto y encontró unas jirafas al frente del hotel y varios impalas que vimos incluso cuando estábamos desayunando. Este lodge está en medio de la naturaleza, una sensación muy salvaje pero de gran cercanía con la vida.
Ese día nos tocaba conducir hasta las misteriosas ruinas del Gran Zimbabwe.
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