miércoles, 18 de enero de 2012

Día 11 y 12, retorno, saudades y mucho conocimiento

Luego de la sorpresa que representó el encuentro con la civilización más importante del Africa Austral, representada en el Gran Zimbabwe, subimos a la camioneta y comenzamos a volver.

Gasolina, revisión de ruedas, GPS con la frontera Zimbabwe-Sudáfrica; una última mirada alrededor y la sonrisa de unas niñas jugando a la soga nos dio la despedida de este gran viaje.


Nuestra primera intención fue conducir hasta Graskop, pero un mejor cálculo de los kilómetros y la hora de llegada nos animó a continuar hasta Nelspruit, ambos en Sudáfrica.

La salida de Zimbabwe fue tranquila y con poco tráfico, el paisaje totalmente verde africano con montañas, antiguas; tienen la cima redondeada o plana, no como los Andes que al ser una cordillera relativamente nueva tiene picos pronunciados.


Cerca a la frontera, Beitbrindge, el tráfico aumentó y la temperatura más aún. Cuando llegamos a la zona de visados el trámite fue rápido y ordenado. Este es un puesto de frontera muy moderno y grande.

Continuamos por carreteras sudafricanas y, aunque ya era tarde, no perdonamos el almuerzo en Mike Kitchen en Louis Trichardt. Luego que el GPS nos llevó por los caminos que el aparatito creyó conveniente y casi a punto de declararnos perdidos vimos el primer anuncio de Nelspruit, respiramos y finalmente allí estaba, la ciudad y el socorrido Mercure.

Llegamos al family room y nos, prácticamente, desmayamos de cansancio. Al día siguiente, con fuerzas renovadas, decidimos continuar camino y desayunar en Komatipoort. Este pequeño poblado, que está a la entrada del Parque Kruger, tiene una cafetería doblemente recomendable; por un lado, la comida está muy bien y por otro, está cerca de la oficina donde se hacen los trámites del tax refund.

Próxima parada: la fronteraaaaaaaaaarg. No tengo ni cómo explicar la confusión en la parte sudafricana, un calor de más de 35 grados, una oficina pequeña, casi 100 personas para que les sellen el pasaporte, época pre-navideña, es decir, un sauna aromatizado.

Luego de una larga espera pasamos para el lado Mozambiqueño, la frontera es Resano García, por suerte nos facilitaron los trámites y listo, entramos a nuestro país-hogar.

Son pocos kilómetros hasta Maputo, pero el camino pasa por un gran centro poblado que está muy relacionado con la capital, por tanto el tráfico se incrementa y las maniobras arriesgadas también. En esta zona es frecuente que ocurran accidentes automovilísticos y desafortunadamente vimos uno.

Finalmente, el 19 de diciembre, llegamos a Maputo, la capital de Mozambique, allí está nuestro hogar. Como a las 2 de la tarde descargamos equipaje y a armar nuevas maletas, esta vez con ropa invernal, al día siguiente, 20 de diciembre teníamos vuelo hacia Madrid, vía Johanesburgo y Munich.


Este año pasaríamos Navidades españolas con la familia de Héctor, mi familia.


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