lunes, 30 de enero de 2012

Días libres!!! vamos al Lion Park

Las carreteras hacia el norte de Mozambique cerradas por el ciclón, el Kruger Park inundado, y nosotros con saudades de los animales salvajes, 6 semanas sin ver animalitos!!! ¿A dónde vamos?.

Para variar, con muchas cosas leídas, algunos teléfonos de contacto, sugerencias de amigos; y, sin reservas, salimos hacia Sudáfrica. Teníamos claro que queríamos ver leones, una foto de Shakira cargando a un gatito nos convenció para visitar Lion Park.

Salimos por la tarde del sábado hacia Nelspruit, llevando lo necesario: manzanas, refrescos, mapas, atlas y GPS. Ese día decidimos avanzar hasta Waterval Boven y nos quedamos en un B&B, el Shamrock Arms, ¿por qué lo elegimos?, porque en la zona era el único que ofrecía cena, pero al llegar nos dimos cuenta que era un alojamiento con mucho encanto y Terry, el dueño, nos brindó una atención muy amigable. Esta zona es muy tranquila, con montañas, ideal para largos paseos.

En el desayuno comentamos nuestros no planes a Terry y nos convenció de Pilanesberg y Sun City, lugares a los que iríamos después de visitar Lion Park.

Rodeamos Pretoria y llegamos al parque, que tiene una parte tipo zoológico, otra que es una amplia zona donde los animales están sueltos y luego cinco camps, cada uno como un campo de fútbol, donde puedes entrar con el carro, y ver leones, wildogs y guepardos.

Pasamos el primero y llegamos al segundo camp con dos leonas y dos leones blancos, no es que sean albinos, sino que tienen un gen recesivo, son muy hermosos.


En el siguiente camp estaba el famosísimo actor de la película La Leyenda del León Blanco, el gran Letsatsi, rodeado de 5 hembras. Ésta es una historia de los pueblos changanas, que reconocen al león blanco como enviado por los dioses y que tiene que ser protegido para que el futuro de la población esté a salvo de desgracias.


El siguiente camp tenía a los perros salvajes, que están bastante lejos de la palabra hermosos, pero, eso sí, hay que decir que cumplen una gran labor dentro de la red trófica.

Después vino un nuevo camp con varios leones que también estaban comiendo; allí nos dimos cuenta de lo difícil que es avistar a uno de estos felinos, pues cuando están en estado salvaje sólo cazan cuando el sol se oculta y durante el de día están echados y prácticamente lo único que mueven es la cola para espantar a los bichos.

Otro de los animales muy difícil de ver es el guepardo, en estado salvaje son solitarios. Verlos tan pasivos provoca bajar y tocarlos, son como enormes gatos, majestuosos.

Todos estos animales están en cautiverio, con lo cual no estoy de acuerdo, pero debo reconocer que la experiencia es excelente y que es la única manera de poder estar cerca de estos felinos y también de preservarlos, para muchos de ellos estar en cautiverio es prácticamente la única opción pues en la sabana ya no tienen espacio, ellos son sumamente territoriales, de 20 a 400 Km cuadrados por manada.

Y ahora, toca visitar a las crías, los gatitos, maravillosos, hermosos, lindísimos, ayyyy qué cositas tan ricas, es... es... es impresionante poder tocar estos gatitos. Hasta provoca entrar con una mochila y meter allí aunque sea al más pequeñito.


Eso sí, los más grandes, que sabes conscientemente son inofensivos, sólo con bostezar y ver la dentadura te pone de los nervios.


En este parque también puedes pasear con los guepardos, dar de comer a las jirafas y ver a una familia completa de suricatos, muy graciosos, dentro de sus costumbres está que al menos uno de los adultos debe subir a lo más alto y vigilar; van cambiando cada hora, cuando los vimos todos miraban al cielo, imagino que era porque se acercaba una tormenta.

Con la llegada de la lluvia fuimos al carro a decidir qué hacíamos, así que pusimos rumbo a Pilanesberg. Aunque sabíamos que no podríamos entrar a la reserva, ya encontraríamos algún hotel que nos cobije.

Con la ayuda de las guías y mapas nos decidimos por el Cabanas Hotel, que para nuestra sorpresa está en Sun City, tengo que poner especial detalle en la enorme sorpresa que nos llevamos y en este alucinante lugar, especialmente construido para la diversión.

Llegamos a una entrada enorme y dijimos What´s that?




sábado, 28 de enero de 2012

Vamos a la playa oh, oh, ooh, oh: Isla Xefina

El 3 de enero, por la tarde, al fin teníamos maletas, lavadora puesta, nuestra casa, nuestra cama; pero, con tanto viaje en diciembre el cuerpo aún estaba alborotado, así que a la primera propuesta de pasar un día de playa dijimos que sí.

Todo quedó preparado para ir a la Isla Xefina el día sábado. Leoncio y Jutta se encargarían de contactar con la persona que nos llevaría, o senhor Alfonso, celu 847271593 (400 meticais por persona, a partir de 4). Ese día antes de las 10 ya estábamos en el restaurante Costa do Sol y nuestro "capitán de navío" ya estaba esperándonos.

Fuimos guiados hacia el bote, pero ese día y a esa hora la marea estaba muy, pero demasiado baja, con lo cual todos tuvieron que empujar la embarcación, nosotras cargábamos los bultos y ellos, con otros muchachos que no sé de dónde salieron, empujaron el bote. Después de largos minutos de ejercicio al fin pudimos subir, fuimos dos jovencitas con sus niños pequeños, familia del capitán, el capitán con su ayudante y nosotros 4. La distancia no es mucha, calculo que Xefina, debe estar a no más de 4k, pero como no teníamos apuro, llegamos tranquilamente.


Pasada la mitad del trayecto vimos en el mar unas bolitas azules, justo debajo de la superficie, y se trataba de miles de malaguas, que por suerte no estaban cerca de la orilla.

Desembarcamos en esta isla que debe tener algo de 20 familias, una de ellas la del capitán, pusimos las sombrillas, el cooler bajo sombra y a disfrutar, que en el mar la vida es más sabrosa.




Después de maravillosas horas de relax, buena conversación, comida, traguitos y mejor compañía, llegó la tarde y volvimos hacia la orilla de un sábado soleado, playero, repleto de gente, esta parte es como un gran paseo marítimo, que podría decirse que es como Agua Dulce. Gran contraste con la tranquilidad y aislamiento que tuvimos minutos antes.

Por la noche, una gripe que pesqué al llegar de las europas, se intensificó, y como me dio algo de fiebre tuvimos que ir al hospital; esta es una medida aconsejable en la zona, pues podría tener malaria; pero no fue nada, felizmente.

viernes, 27 de enero de 2012

Navidades invernales en España

El vuelo hacia la Navidad, aunque con varias paradas, fue muy bueno. La primera parte estuvo sumamente amigable, el avión estaba lleno de gente conocida que viajaba a pasar fiestas con la familia, incluso encontré a Flavia, una amiga peruana con su familia en pleno. Esto me hizo recordar la época universitaria  cuando todos regresábamos a casa y el viaje hacia el norte iba lleno de chepenanos.

La primera parada, Jo'burg, fue un poco larga, sin embargo permitió coincidir con nuestros amigos de viaje para intercambiar fotos, darnos los saludos navideños y decir hasta la vuelta. Allí también hicimos las compras de las delicatessen sudafricanas: biltong, que es carne seca, sí, tipo charqui, pero de res, avestruz, kudu, impala, es decir, de animalitos de la sabana africana.

Segunda y breve parada: Munich y al fin nuestro destino: Madrid. El padre de Héctor ya nos estaba esperando, abrazos cariñosos, besos y nuevamente en ruta hacia Palencia, previa parada en Boceguillas para un tentempié. Llegamos a casita y la madre de Héctor tenía todo preparado para pasarla súper bien.


El 23 por la tarde fuimos a Madrid para reunirnos con los primos; ese día salimos a tomar tapas y al 69 Pétalos; al día siguiente cena de Noche Buena. El 25, tapas, paseos por esta hermosa ciudad, tapas y almuerzo. El 26, tapas y visita al Hermitage-Museo del Prado y por la noche ya estábamos volviendo a Palencia.

Serían las tapas las causantes de los 2 kilos que traje de sobrepeso?.



Desde Palencia hicimos una visita especial a Zamora. Angel y Ana María, una gran pareja y mejores amigos, después de luchar mucho, tuvieron a sus mellizas; para mí fue un momento muy especial verla de madre y cargar a las pequeñas, son un encanto, un milagro de valor.

Aprovechamos la visita para almorzar en una casa rural muy conocida en la zona: La Tuda. Los dueños son una pareja de ella peruana y él español; tienen una comida buenísima, de purita inspiración peruana. Junto a los padres de Héctor y a los dueños de la casa rural pasamos un gran momento recordando historias comunes. Tratamos de alargar lo más que se pudo la estancia en Zamora, pero ya era tarde y había que volver, un interminable abrazo, palabras de cariño, un largo hasta pronto y un gran suspiro pusieron fin a la visita.


Vino el 30 de diciembre y la cena tradicional con los amigos de Héctor. La Nochevieja en casa, gran cena, los mejores deseos, las uvas, feliz año, la cinta roja, verde y amarilla y todas las cábalas para recibir el 2012. De allí todo fue muy rápido, de pronto ya nos encontrábamos de vuelta hacia el aeropuerto, besos, despedidas, vengan a visitarnos y listo a volver vía Frankfurt y Johannesburgo.

Como ya es normal en estos vuelos llegamos sin maletas, lo cual ya no nos preocupa, suele pasar: this is Africa.






miércoles, 18 de enero de 2012

Día 11 y 12, retorno, saudades y mucho conocimiento

Luego de la sorpresa que representó el encuentro con la civilización más importante del Africa Austral, representada en el Gran Zimbabwe, subimos a la camioneta y comenzamos a volver.

Gasolina, revisión de ruedas, GPS con la frontera Zimbabwe-Sudáfrica; una última mirada alrededor y la sonrisa de unas niñas jugando a la soga nos dio la despedida de este gran viaje.


Nuestra primera intención fue conducir hasta Graskop, pero un mejor cálculo de los kilómetros y la hora de llegada nos animó a continuar hasta Nelspruit, ambos en Sudáfrica.

La salida de Zimbabwe fue tranquila y con poco tráfico, el paisaje totalmente verde africano con montañas, antiguas; tienen la cima redondeada o plana, no como los Andes que al ser una cordillera relativamente nueva tiene picos pronunciados.


Cerca a la frontera, Beitbrindge, el tráfico aumentó y la temperatura más aún. Cuando llegamos a la zona de visados el trámite fue rápido y ordenado. Este es un puesto de frontera muy moderno y grande.

Continuamos por carreteras sudafricanas y, aunque ya era tarde, no perdonamos el almuerzo en Mike Kitchen en Louis Trichardt. Luego que el GPS nos llevó por los caminos que el aparatito creyó conveniente y casi a punto de declararnos perdidos vimos el primer anuncio de Nelspruit, respiramos y finalmente allí estaba, la ciudad y el socorrido Mercure.

Llegamos al family room y nos, prácticamente, desmayamos de cansancio. Al día siguiente, con fuerzas renovadas, decidimos continuar camino y desayunar en Komatipoort. Este pequeño poblado, que está a la entrada del Parque Kruger, tiene una cafetería doblemente recomendable; por un lado, la comida está muy bien y por otro, está cerca de la oficina donde se hacen los trámites del tax refund.

Próxima parada: la fronteraaaaaaaaaarg. No tengo ni cómo explicar la confusión en la parte sudafricana, un calor de más de 35 grados, una oficina pequeña, casi 100 personas para que les sellen el pasaporte, época pre-navideña, es decir, un sauna aromatizado.

Luego de una larga espera pasamos para el lado Mozambiqueño, la frontera es Resano García, por suerte nos facilitaron los trámites y listo, entramos a nuestro país-hogar.

Son pocos kilómetros hasta Maputo, pero el camino pasa por un gran centro poblado que está muy relacionado con la capital, por tanto el tráfico se incrementa y las maniobras arriesgadas también. En esta zona es frecuente que ocurran accidentes automovilísticos y desafortunadamente vimos uno.

Finalmente, el 19 de diciembre, llegamos a Maputo, la capital de Mozambique, allí está nuestro hogar. Como a las 2 de la tarde descargamos equipaje y a armar nuevas maletas, esta vez con ropa invernal, al día siguiente, 20 de diciembre teníamos vuelo hacia Madrid, vía Johanesburgo y Munich.


Este año pasaríamos Navidades españolas con la familia de Héctor, mi familia.


...

miércoles, 11 de enero de 2012

Impresionante el Gran Zimbabwe

Pronto, de mañana, nos pusimos en ruta hacia Masvingo. Como es normal en este tiempo, comenzó a llover.

Al llegar al hotel, la lluvia aumentó y nos recomendaron que la visita a la ciudadela la hiciéramos al día siguiente. Así que nos quedamos admirando nuestro maravilloso Lodge at the Ancient City. Este hotel ha sido construido aprovechando el entorno natural de la zona y teniendo como inspiración el Gran Zimbabwe. La primera impresión para Héctor y para mí al ver el paisaje, la humedad, las rocas y el ambiente era recordar Machu Picchu.



Almorzamos algo ligero y emprendimos la visita del hotel. Fue construido en 1997 sobre la roca original. Muestra grandes espacios hechos con piedras y la zona del restaurante, bar y salón está cubierta por un gigantesco techo de madera y paja. Era como estar dentro de un mundo antiguo, en un palacio decorado con figuras de madera; qué vista desde la piscina!, realmente maravilloso!. Sólo al ver el árbol de Navidad volvimos a la realidad y decidimos ir al centro artesanal para comprar unas tallas en piedra jabón, típicas de esta zona.


Antes de cenar, descansamos en nuestras enormes habitaciones con camas king size dobles, con muebles enormes y con la puerta de entrada de doble hoja, enorme también. Durante la cena, compartimos nuestra gran sorpresa; para nosotros era inimaginable un hotel así y unos restos arqueológicos de una cultura como la que veríamos al día siguiente.


El gran Great Zimbabwe es una ciudadela hecha de piedra sin usar amalgama, en este punto similar a las construcciones incas. Lamentablemente no está dentro del circuito turístico, que se concentra básicamente en las cataratas Victoria, lo cual hace que la atención del gobierno sea insuficiente. A pesar de ello está resguardada, señalizada y cuenta con un museo de sitio. No tienen servicio de guía y, aun teniéndolo, es muy difícil explicar esta civilización a partir de estos vestigios, pues desde su descubrimiento, los "arqueólogos" han manipulado la historia a favor de sus benefactores. En una época se creía que se trataba del Reino de Salomón y Saba, en otra que se trataría de una antigua civilización de blancos... En todo caso, el interés era hacer valer la teoría que esta civilización no podría pertenecer a un pueblo negro, africano. Lo cierto es que se trata de la capital de la civilización Shona, que floreció entre los siglos XII y XVI y ocupó tierras del actual Zimbabwe y Mozambique.



Tiene dos zonas bien distinguibles, el Gran Recinto y el Complejo de la Colina. Ambas tienen formas ondulantes, tanto que es difícil encontrar ángulos y menos aún su significado.

El Gran Recinto está rodeado por una gran pared de piedras; en una parte se encuentra otra pared que corre en paralelo, dentro del lugar existen dos construcciones similares, alargadas, como vasos, pero con la boca hacia el suelo... cuál fue la razón de esta forma de construcción, no se sabe.


En lo que coinciden los investigadores es que dentro de este recinto hubo pequeñas casas y que todo el complejo albergó a un aproximado de 11 000 a 30 000 personas. Asimismo, indican que los estamentos superiores vivían en una determinada zona, diferente a la del pueblo: por un lado la clase burocrática, militar, religiosa y real; y por otro el pueblo, básicamente los artesanos.

Para ir al Complejo de la Colina, tuvimos que ascender por un camino relativamente fácil al inicio, pero que se complicó un poco y finalmente se estrechó demasiado. 

Casi todo el camino fuimos acompañados por un señor mayor y con bastón, era increíble ver lo rápido que subía, así que para no quedarnos retrasados apuramos el paso. Este señor era una especie de guardia, guía, repite historias, que no lo necesitábamos, pues sus explicaciones nos terminaron confundiendo más... Sin embargo, él se adjudicó el puesto de guía que terminó sólo con la propina.

La subida nos ofreció una vista especial del Gran Zimbabwe; nos hicimos una idea más clara o, mejor dicho, menos confusa de estos restos arqueológicos.

La zona de la montaña era residencia real, especialmente de la reina, pues por los restos encontrados se cree que el rey también habitó en la parte baja. 



Lo más representativo encontrado, luego de los saqueos hechos por pseudo-arqueólogos, son una especie de totems hechos de piedra jabón y coronados por un ave. También algunas vasijas y objetos de trabajo.

Gran lugar para el punto final de nuestro recorrido, pues ese día debíamos llegar a Graskop, Sudáfrica.



domingo, 8 de enero de 2012

Días 9 y 10: Hwange y Gran Zimbabwe


Nuevamente nos pusimos en ruta, esta vez hacia Zimbabwe. Fue la frontera más sencilla y rápida de atravesar. Este país y Zambia formaban la ex colonia inglesa de Rhodesia; toda esta zona de Africa Austral, excepto Mozambique, habla inglés. Zimbabwe está gobernada hace más de 30 años por Mugabe y la economía es un desastre que está tratando de ser controlada. En el 2008 se emitieron los billetes de 1.000 millones de dólares zimbabuenses, que equivalían a US$1;  en la actualidad la moneda oficial es el US$ o el rand sudafricano.


Nada más atravesar la frontera está el parque Mosi-oa-Tunya, entramos para ver las vistas de las cataratas Victoria desde Zimbabwe, hermosas y salvajes.


La gente de este país es muy amable y las carreteras están bien señalizadas, aunque demasiado resguardadas, cada vez que nos aproximábamos a un poblado, teníamos un piquete de policía que hacía el control. 


De camino al parque Hwange atravesamos la ciudad de Bulawayo, nos dio muy buena impresión, edificios antiguos pero imponentes, es la segunda ciudad más grande del país y tiene 1 millón de habitantes.

El Sikumi Tree Lodge está dentro del parque Hwange. Cuando llegamos nos estaban esperando con un welcome drink y tenían listo el safari de la tarde, así que dejamos el equipaje en nuestras casitas del árbol, tomamos un refrigerio ligero y subimos a las camioneta para dirigirnos a un enorme valle donde hay muchos animales. Las jirafas fueron las primeras en ser vistas, luego vimos elefantes bañándose en unas charcas de lodo, chacales, wildbeast, impalas y monos que habían tomado por casa unas torres de alta tensión.


Paramos para descansar y tomar unas bebidas en una zona en la que había antílopes y cebras, allí comenzó a atardecer y hacer frío y llover, pero el safari proporciona casacas para la lluvia y mantas; lo han pensado todo para que el turista esté totalmente complacido.


De vuelta y casi de noche prendieron las linternas de potencia alumbrando el camino con la ilusión de ver a los felinos y de ser posible ver la esperada escena de caza. Lamentablemente no ocurrió, pero sí pudimos observar más elefantes, impalas y chacales.

Por la noche, en el hotel, la oscuridad predomina, el camino hacia las habitaciones tiene iluminación solar, el restaurante tiene luz de velas y mecheros y a los huéspedes les proporcionan linternas, diferente y encantador.


Esta es una zona donde los animales se sienten protegidos, tanto que, por la noche cuando nos dirigíamos al restaurante, un ruido nos llamó la atención, iluminamos y se trataba de un elefante que estaba cerca de nuestro carro, como éste habían otros impalas y no sabemos qué otro animal estaría rondando.

La cena fue estupenda y el descanso, en las casas del árbol, mejor. Al día siguiente, Héctor se levantó pronto y encontró unas jirafas al frente del hotel y varios impalas que vimos incluso cuando estábamos desayunando. Este lodge está en medio de la naturaleza, una sensación muy salvaje pero de gran cercanía con la vida. 

Ese día nos tocaba conducir hasta las misteriosas ruinas del Gran Zimbabwe.

viernes, 6 de enero de 2012

Zambezi River, rápidos y más rápidos, full adrenalina

A las 8:00 ya estaban los de Bundu Adventures esperándonos en una camioneta que trasladaba a los guías y el equipo; allí nos dieron una breve explicación como introducción a lo que sería la ruta y como preámbulo de la venta del Nyaminyami. Este amuleto es como un dragón de río, con cuerpo de serpiente y cabeza de pez; la gente local, los tonga, lo consideran y respetan como el dios de río.  Luego de enterarnos que atravesaríamos rápidos clase 5 y uno clase 6 inmediatamente compartimos las creencias tonga y nos pusimos el amuleto al cuello. Nos comentaron que nuestros nyaminyamis estaban hechos de dientes de hipopótamos que se despeñan por las cataratas cuando vienen cargadas de agua. Es decir, que caían al boiling pot, justo el punto de partida de nuestro periplo.


Del hotel nos llevaron hacia un espacio cerca de las cataratas donde nos encontramos con el resto de los tripulantes; luego de las instrucciones algunos querían abandonar la travesía, pero hicimos causa común y de pronto ya todos estábamos emocionados con los chalecos puestos, el casco y el remo. Así descendimos hacia el boiling pot, primero fueron gradas, luego rocas y finalmente nos tiramos a la balsa, que por suerte estaba equipada con una par de remos grandes, lo cual me dio mucha tranquilidad pues con este sistema el equilibrio es mayor.

El inicio de la ruta, en temporada de poca agua, es la garganta que forma la catarata para continuar  por un hermoso cañón; allí estábamos 3 españoles, 3 ingleses, el guía y yo tratando de atravesar el primer rápido, nos costó mucho pues tenía mucha corriente, pero lo pasamos bien; al otro lado del rápido esperamos a dos grupos más y sus respectivos safety kayakers. El guía nos terminó de dar instrucciones y nos indicó que nos tirásemos al río y así estuvimos retozando hasta que tuvimos que subir. Esa primera vez algunos de los chicos subieron solos, pero a la mayoría nos tuvieron que tirar de los chalecos, buena práctica parar rescatar acuando hay un hombre al agua. En este punto teníamos prácticamente encima el puente que separa Zambia de Zimbabwe, desde donde se hace bungee jumping.


Empezamos los rápidos de clase 3 y 4, muy emocionante, aunque en uno de ellos se cayó uno de nuestra tripulación. Por suerte, a pesar de que el río Zambezi tiene rápidos muy fuertes, duran poco y luego viene una parte muy calma. Otro de los rápidos lo pasamos fuera de la embarcación, flotando, divertido para los que no tuvieron la balsa encima; después vino un rápido muy técnico, nuestra balsa desapareció de la superficie, pero continuamos; llegaron otros clase 5, en cada uno de ellos se cayó uno de la tripulación. 



El penúltimo rápido es de clase 6, llamado Commercial Suicide, que por ser tan turbulento lo pasamos caminando por las rocas del borde, sólo los guías y algunos kayakers lo corrieron. Al fin llegó el último rápido, en total 10 rápidos, 4 de ellos clase 5. En la zona de descanso nos dieron las zapatillas y a subir el empinado cerro. Cuando llegamos a la cima cargados con nuestro equipo, estábamos totalmente exhaustos. Allí descansamos, tomamos un refrigerio y volvimos al lodge.


Los comentarios del camino de regreso, las risas y el relax que sentíamos fue absolutamente agradable. Muy cansados pero sobre excitados, decidimos tomar un baño y salir a pasear por la ciudad; poco nos duró, pues la tormenta hizo que nos metiéramos al mercado artesanal y lo agradecimos por las compras realizadas. 

Para cenar, elegimos el Royal Livingstone, un hotel de ensueño, todos coincidimos que nos merecíamos un homenaje (hay que ir con pantalón largo). Tomamos la cena en la terraza rodeados de cebras y con vista al Mosi-oa-Tunya (the smoke which thunders), la catarata que, por la fuerza de la caída de agua, se aprecia como con humo permanente y que además truena.


Un gran día, una gran noche, sublimes. A la mañana siguiente atravesaríamos hacia Zimbabwe.








Días 7 y 8: hacia las Victoria Falls en Zambia

A las 6:30 de la mañana ya estábamos preparados para atravesar una frontera más. Luego de ver los mapas, cargar la camioneta y dar algunas sugerencia de rutas a una pareja de alemanes que conocimos el día anterior, nos pusimos rumbo a un nuevo país.

La frontera es el río, cerca de allí confluye el Chobe en el Zambeze; es una zona muy importante pues este río nace en Angola y atraviesa 4 países, que coincidentemente hacen frontera: Namibia, Botswana, Zambia y Zimbabwe, continua hacia Mozambique y termina en el Indico.

El río se atraviesa con un ferri, el de Kazungula, tuvimos mucho tráfico de camiones, pero logramos pasar muy rápido, la tranquilidad de la frontera de Botswana hizo contraste con la ebullición de Zambia: buses, camiones, gente, comerciantes, cuidadores de carros, etc; los trámites de visado relativamente rápidos, pero el permiso del carro tomó un poco de tiempo.

La primera ciudad a la cual llegamos fue Livingstone, tropical, tranquila, ordenada y limpia, con algunos edificios coloniales y un mercado de artesanías importante, la mayoría de los viajeros la toma como una ciudad de paso. Atravesamos la ciudad y a pocos kilómetros llegamos a nuestro lodge, Maramba River Lodge, allí reservamos tiendas de campaña.

No sabíamos qué nos íbamos a encontrar por habitaciones "tents", pero fueron maravillosas, una estructura de madera y tienda de campaña, con baño incluido y con un sobre techo de paja para proteger de la lluvia. Equipadas con todo, luz, toma corriente, agua fría y caliente, redes mosquiteras, afuera sillas, parrilla, en medio de una selva. Increíble.

Allí mismo hay una oficina de turismo donde, después de unas breves averiguaciones decidimos volar las cataratas por la parte de Zambia y de Zimbabwe, durante 15 minutos en helicóptero. Luego estuvimos decidiendo entre el bungee jumping, que Héctor quería repetir su experiencia en Cusco, canopy, paseo sobre elefante, jet extreme y otras activities, pero finalmente decidimos por hacer medio día de rafting, que nos confirmaron era muy seguro, en realidad lo es, pero tiene muchos rápidos clase 5 y uno clase 6.

El resto de la mañana la dedicamos a recorrer las cataratas, están dentro de un parque especialmente preparado para que la visita y vistas sean las mejores y seguras. Las Victoria Falls son la caída de agua más extensa, es una enorme pared de agua que alcanza sus máximos entre los meses de abril y mayo. Estar frente a las cataratas es una experiencia visual, auditiva y sensorial, terminamos bañados y con ganas de atravesar hacia la piscina del diablo, ubicada justo sobre las cataratas, al final no la hicimos, debíamos ir al helicóptero. Todas estas actividades son altamente recomendables, pero con un presupuesto alto, la entrada al parque US$20, la piscina $95, el vuelo en helicóptero $145, el vídeo del vuelo $30.

Después de la visita a las cataratas fuimos hacia el Day Activity Center (DAC), una especie de centro comercial con todas las facilidades, de allí nos llevaron hacia una colina desde donde saldríamos en helicóptero. Esta actividad fue inimaginable; estás prácticamente suspendida en el aire con una visibilidad total y volando a poca altura sobre las cataratas, qué naturaleza, qué agua, qué arco iris, qué verdor, qué cielo, qué países, qué Africa y por supuesto qué tal adrenalina, fueron 15 minutos, pero vividos intensamente.




De retorno almorzamos en el DAC y una tormenta hizo que nos quedásemos más de lo esperado; tiempo que nos permitió ver cómo alimentaban a la pequeña Estela, de 3 años de edad y más de 2m, una cocodrilo que gustaba de la xima!, papilla hecha con harina de maíz.

Cuando paró la tormenta dimos un paseo por la ciudad, casi todo ya estaba cerrando y volvimos cansados a dormir y prepararnos para el gran rafting por la caída de las cataratas Victoria.