miércoles, 28 de diciembre de 2011

Navegando por el Delta del Okavango

Tuvimos que despertar temprano, el tour empezaba a las 8:00 y no habíamos reservado, por suerte no es temporada alta y para 4 personas es fácil que abran una visita completa.

La primera sección del río la hicimos en lancha a motor, después de más o menos 45' llegamos a la comunidad nativa para empezar el viaje por el delta en mokoro. Estas embarcaciones fueron originalmente hechas del tronco de un árbol, ahora las compran, pero guardan el mismo aspecto que las auténticas; cada una de estas balsas es para 2 pasajeros y un remero, el traslado es tipo góndola pues el remo es un palo largo que se apoya en el piso de los estrechos canales, que no llega a más de 2m de profundidad, y empuja la embarcación por estrechas vías llenas de juncos y lilywater, una especie de nenúfares; la travesía es lenta, muy calma y extremadamente relajante hasta la llegada a una especie de isla donde desembarcamos.

Las personas que toman el tour por varios días llegan a esta isla y se levanta el primer campamento, nosotros sólo dimos un paseo. En el trayecto el guía nos iba instruyendo sobre qué hacer si un búfalo

nos atacaba, ¡subir al primer árbol!, nos miramos entre nosotos pues el primer árbol estaba bastante lejos de la ruta que seguíamos, que por otro lado no podíamos salir pues había muchos escondrijos huecos de jabalíes, osos hormigueros, serpientes que, logicamente, podían atacar si pisábamos su casa. Con el león había que pararse y mirarlo a los ojos, con el elefante había que correr y salir de su camino; con todas estas instrucciones en inglés de Botswana, la caminata se nos hizo larguísima hasta llegar a un estanque, donde afortunada o desafortunadamente, no había animales, divisamos con los binoculares algún impala y regresamos a la playa con nuestros mokoros y tomamos un refrigerio.

Lo usual, cuando el delta está más lleno, es ver hipopótamos, pero esta vez no vimos nada, sólo al regreso nos paramos haciendo equilibrio sobre las balsas para ver unos elefantes. Nosotros queríamos volver rápido pues teníamos la ilusión de sobrevolar el delta.

Llegamos a la villa y bajamos invitados por los balseros a tomar una cerveza, así lo hicimos y vimos cómo construían una de las casas y también a los pobladores, todos vestían de manera totalmente occidental.

El camino de regreso en la lancha rápida fue divertido, vimos las actividades de ocio en el río, balsas grandes con bebida y comida, grupos grandes bañándose, haciendo esquí, es decir aprovechando el río, la mayoría de ellos eran blancos, boers.

Ya en la ciudad, nuevamente fuimos al aeropuerto, pero el cielo estaba cerrado, así que nos pusimos a rogar para que al día siguiente, antes de la partida a Kasane, pudiésemos sobrevolar.

Esa noche, para que no nos invada la tristeza, fuimos a un restaurante que nos recomendaron el día anterior, el Tamalakane. La comida, bebida, decoración, todo estuvo increíble, delicioso, no sólo porque lo fue sino también por lo inesperado de la existencia del nivel gastronómico.

No hay comentarios:

Publicar un comentario