Salimos de Maputo el miércoles 7 y bastante entrada la noche nos quedamos a dormir en el Protea Mokopane, Sudáfrica. Al día siguiente desayuno boer con salchichas, papas fritas, huevos, bacon, chicken liver piri piri, y todo lo demás que entra en el concepto de "saludable"; fue recién en este momento cuando ya nos sentimos de safari.
La frontera por la que atravesamos a Botswana es Grobler's Bridge, poca gente, muy ordenado, todos muy amables. Continuamos camino hacia Serowe, donde almorzamos, y donde pedimos permiso a los apus, pacha y cocha para que nos ayuden en este viaje. Seguimos vía llena de vacas, burros, cabras y algunos caballos sobre un terreno que parecía césped recién cortado con algunos árboles salpicados que me hicieron recordar a los algarrobos del norte.
Todo el camino nos acompañó la lluvia, común en esta temporada de verano, hasta que llegamos al Xere Motel Rakops, donde nos cayó una de las tormentas eléctricas más sonoras que nunca haya sentido. Las afueras del motel parecían piscinas, así que llegamos empapados a las habitaciones, mojados pero muy emocionados por la visita al día siguiente al Kalahari.
Emprendimos ruta muy temprano, estaba lloviznando pero nos dábamos ánimo pues pensábamos que el desierto, que no es tal, estaría con la arena más compacta, en parte así fue y en parte no; tuvimos que atravesar grandes charcas de agua en un terreno muy resbaloso hasta llegar a la puerta de Matswere.
Una vez pasada la entrada quisimos hacer un circuito que empezaba en Deception Valley, una zona muy amplia que más que desierto parece sabana aunque con menos hierba; allí encontramos algunos pocos animales, búfalos, kudus e impalas, mi intención era fotografiar a un suricato por pedido de mi sobrina, pero sólo me encontré a unas ardillas o tal vez mangoose. Continuamos el safari, pero la lluvia se intensificó y por prudencia tuvimos que volver y qué bien que lo hicimos, pues oscureció muy rápido y el camino estuvo verdaderamente complicado, nos salimos dos veces de la carretera y nos atollamos una vez, pero con Hannibal, ese es el nombre de nuestro vehículo, y a menos de 30km/h, el peligro estuvo relativamente bajo control.
La experiencia de adentrarnos un poco en el Kalahari nos abrió la puerta grande de entrada a las siguientes aventuras de nuestro safari; ese día dormimos temprano ilusionados con la siguiente visita al Delta del Okavango, la previsión era sobre volar en avioneta y entrar al delta en mokoro.
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