En la agencia ya nos esperaban con todo preparado, pasamos los controles y una vez en la pista saludamos a los pilotos y a volar. A 150m de altura no es muy fácil distinguir lo que hay en la tierra pero los elefantes e hipopótamos sí lo son.
El vuelo no sólo da la posibilidad de ver animales, sino que se puede apreciar una parte del Delta del Okavango, islas, zonas pantanosas, otras más secas, también especies de lagunas, ríos estrechos y meandros de totorales, una naturaleza salvaje y hermosa y para mi nunca antes vista.
Luego de 1h aterrizamos y fuimos a tomar un café y alguna cerveza, que aunque recién las sirven después de las 12, los mozos se apañan bien para hacerlo. Como teníamos tiempo no apuramos con la cuenta pues los comentarios del vuelo, el intercambió de fotos, vídeos y experiencias nos tuvo muy entretenidos.
Nuestro próximo destino Kasane, atravesando el parque Chobe. El inicio del camino fue muy bueno, pero pocos kilómetros después comenzó a llover, el asfalto terminó y la trocha estrecha, húmeda y resbalosa se apoderó. En este camino existen algunas entradas para los lodges y lo aconsejable es parar para preguntar qué camino tomar y para tomar algún refrigerio.
Todos estábamos muy concentrados en el camino, de pronto vimos un elefante y habituados al parque Kruger donde todos los animales están acostumbrados a los hombres, bajamos las ventanillas y listos a fotografiar, la gracia nos duró poco y arrancamos veloz, no más de 30k/h, al ver que el elefante movía las orejas, la trompa y barritaba. Unos metros más allá encontramos a toda la manada, así que ya teníamos elefantes por los 4 puntos cardinales. Nos tocó esperar pacientemente hasta que los animalitos avancen y nos dejen el camino, que en ese momento ya era un lodazal.
Aparecieron cebras y una nueva manada se nos atravesó, esta vez búfalos, pasamos igual o mayor miedo, pues la lluvia se había intensificado, el camino cada vez más estrecho, más lodo y el atardecer venía. De pronto vimos la luz, asfalto de verdad y el camino dejó de ser salvaje y pasamos a otro tipo de naturaleza, esta vez los embondeiros o baobabs nos acompañaban por todo el camino.
Ya de noche y cerca de nuestro destino, tuvimos que parar pues una manada de elefantes y otra de búfalos cruzaban el camino y unos minutos más tarde pasó corriendo una hiena enorme.
Esa noche llegamos exhaustos, hicimos el check in en el Thebe River Lodge, fuimos a cenar y a dormir, sin alarma, hasta que el cuerpo lo necesite.