lunes, 8 de julio de 2013

Zanzíbar, arena blanca, mar azul

Mar azul, turquesa, verde azulado, esmeralda, agua marina, tanzanita, qué inmensa variedad de colores puede tener el mar de Zanzíbar! Estábamos muy alto aún pero había partes en las que veíamos el fondo del mar, qué agua tan transparente!
Zanzibar desde el avión

El vuelo en Precision Air fue muy bueno, de Kilimanjaro a Zanzíbar es hora y media y el precio es de alrededor de US$ 150, one way. Llegamos a un aeropuerto muy tropical, muchos "ayudantes" pululando y pidiendo propina. Menos mal que ya nos estaban esperando para llevarnos al Matemwe Beach Village  a una hora del aeropuerto.

Cuarto en Matemwe


Todo el viaje, incluso las reservas del hotel y el transporte fue trabajo de Africa Amazing Adventures; ellos nos sugirieron este hotel pues tenía uno de los mejores centros de buceo: One Ocean. Sí, sí y sí, nos atreveríamos a bucear. 

Salita de la habitación
Desde que llegamos supimos que era exactamente lo que estábamos esperando. Fue todo: la decoración, la gente, la playa, la tienda de segunda mano y el lema "no shoes, no news", full relax, "jambo - hola", "karibu sana - bienvenido" "asante sana - muchas gracias", cervecitas, caminatas, fotos, comida rica... La habitación, ¡linda! Bueno, era como una pequeña casita, redonda muy confortable, tenía una terraza superior desde donde se divisaba el mar. Hasta perro y gato teníamos alrededor.

Y la playa, qué colores!!!, infinita la gama entre el verde y el azul, matizado por los colores de los barcos y de la gente que por allí pasa, con sus kangas de múltiples colores y atadas caprichosamente. Las Kangascapulanas o pareos son telas de múltiples colores, vendidas por piezas. Cada una de ellas puede ser llevada atada como falda o para cubrirse la cabeza en el caso de las musulmanas o taparse por el frío; suelen ser de múltiples colores y miden alrededor de 1,5m x 1m, y en uno de los bordes llevan inscripciones. Las más comunes son en swahili; una de las que me gustó es: Japo sipati tamaa sikati, "aún si no poseo nada, aún poseo el deseo de conseguir aquello que quiero"
Grupo de jóvenes musulmanas con sus coloridas kangas

Estábamos anonadados con la belleza que veían nuestros ojos, la brisa, la atmósfera "hakuna matata - no hay problema", el sol, la arena que parecía harina, y... uy, tenemos que ir al centro de buceo; por e-mail habíamos arreglado una cita para esa hora. 
Mar, playa, zanzibareños y algas secando
Bien contentos fuimos; estaban justo llenando los log books de unos buzos, dimos una vista a la pizarra, donde estaban apuntadas unas cifras y sobre todo nos llamó la atención la palabra shark: tun, tun, tun, tun, la peli "Tiburón" vino a mi piel y se me pararon los pelos. Luego manta ray: uy, la noticia del hombre ese que murió; morena: el terror de los buzos. Es decir, esas tres piezas me pusieron ciega y ya no vi los nombres de los otros peces que avistaron, de seguro lindísimos, inofensivos, multicolor, pero eso no importa: yo ya estaba noiqueada (peruanismo de paranoia).

Marine, nuestra futura instructora nos hablaba del curso, primer día, vídeo desde las 10am a las 5pm, con quizes al final de cada capítulo. Segundo día por la mañana continuación del vídeo; por la tarde inmersión en la piscina y nadar 300m, al final de la tarde examen final. Tercer día, salida al mar con otro instructor para hacer 2 inmersiones, la segunda a 12m. Cuarto día, salida al mar con 2 inmersiones, la segunda a 18m.

Sólo puedo decir que nuestra llegada al paraíso de la naturaleza pasó a ser el paraíso del conocimiento, la aventura y del miedo a lo desconocido que era muy bien alimentado por Héctor y por mí.

Menos mal que el miedo no nos hace perder apetito, cuando fuimos a almorzar: qué de-li-cio-so, qué bueno ese arroz pilau y mmm añañau qué rico pescao, buenísimo todo, pero cuando terminamos ya era de tarde, fuimos a la playa y la marea estaba muy baja, muy difícil para bañarse; además había erizos, así que fuimos a la habitación, arreglamos un poco las cosas, una duchita descanso, lectura y a cenar, ¡buenasso también!; una copita como bajativo, un paseo corto por la playa y redondos a la camita.

Atardecer con charpai, de origen pakistaní  

El segundo día fue muy intenso, sólo tuvimos una hora para el refrigerio y el resto estudio y pruebas. Tanto conocimiento nos estaba poniendo un poco nerviosos: que si desciendes sin compensar puedes malograr el oído, que si subes rápido puedes reventar los pulmones, es decir. Pero allí estábamos siempre puntuales y muy atentos, como buenos alumnos.



















No hay comentarios:

Publicar un comentario